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Antonieta Contreras

Cómo Parar la Traumatización Colectiva del Coronavirus.

Esta la vergüenza impidiendo que reconozcamos nuestro sufrimiento y pidamos ayuda?




Durante una pandemia como la que estamos experimentando, las personas temen su propia muerte o la muerte de sus seres queridos. Esto significa que incluso sin contraer el virus, millones de personas pueden estar sufriendo de traumatización.


En una publicación anterior, expliqué cómo podría ocurrir esa traumatización. En esta publicación, hablaré sobre cómo priorizar la salud mental, incluso cuando parezca trivial en comparación con otras prioridades, y por qué una mejor comprensión del trauma más allá del TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático) puede ayudarnos a nivel individual y colectivo.


Durante siglos, la sociedad ha sido menos que empática con las personas que sufren emocionalmente. El trauma psicológico ha sido negado una y otra vez. Si vemos a una persona con algún padecimiento físico — como ceguera por ejemplo, muchos sentimos el impulso de ayudar a esa persona de alguna forma como ayudarla a cruzar la calle; pero si vemos a alguien con un padecimiento emocional junto a nosotros, por ejemplo hablando solo mientras espera el metro, casi todas las personas tendemos a tomar distancia. En lugar de empatía, sentimos miedo, desprecio o vergüenza.


Estamos viviendo una pandemia y la mayor parte de nuestra atención esta concentrada en la salud física de los individuos. Poco se habla y casi nada se hace para aminorar los problemas de salud mental que se están desarrollando y que podrían tener aun peores consecuencias a largo plazo que los físicos. Esto podría conducir a una falla colectiva para aliviar el estrés, la depresión y el trauma. Quienes son sinceros al hablar del sufrimiento emocional que les causa el aislamiento muy probablemente sean avergonzados. Lo he visto esto con mis clientes; la mayoría de ellos han compartido conmigo que han sido criticados por algún miembro de la familia o un amigo por su comportamiento, y los han juzgado de tratar de “llamar la atención” sin entender que esos cambios son el resultado de un estado emocional alterado.


Algunos incluso se sienten avergonzados por haber “escapado” de las ciudades para tener un aislamiento menos peligroso, algo que es tema de burla y que se esta usando para avergonzar a las personas en las redes sociales y en las noticias. Cada persona tiene derecho a cuidar de su salud mental en la forma que considera necesaria.


Aunque son menos urgentes que los problemas de salud física, los desafíos de salud mental que la mayoría de las personas experimentan durante esta pandemia no son menos peligrosos. Es necesario saber cuáles son los estigmas que evitan que las personas que sufren traumas busquen ayuda para poder eliminarlos.


Algunas experiencias de vergüenza y trauma.

Los trastornos de salud mental han sido malentendidos por mucho tiempo. Hablar de salud mental solía significar comportamientos inaceptables, pensamientos distorsionados y una variedad de patologías que conllevaban el estigma de estar “loco”. (No hay mejor manera de invalidar a una persona que llamarla “demente”). Nunca se menciona la salud mental como algo “saludable.”


Trauma es aún más difícil de entender y aceptar. Trauma no solo conlleva el estigma general de los problemas mentales, sino que históricamente ha presentado el conflicto de tener que reconocer lo qué causa la traumatización. Cada vez que ha aparecido un trauma colectivo: histeria, conmoción de guerra, abuso sexual, violencia doméstica, opresión, por nombrar algunos, ha habido la tendencia — de la sociedad en general y de la comunidad médica o las autoridades en particular — a minimizar o negar el problema. Reconocer el trauma implica aceptar un problema, y esto implica tener que actuar para resolverlo, y gastar dinero. Los estudios muestran que tendemos a culpar a la víctima y avergonzar a las personas por los síntomas que padecen, en lugar de responsabilizar a las personas o situaciones que causaron el trauma. Espero que esta vez actuemos de manera diferente.


El reconocimiento de trauma como un problema emocional es un logro reciente. No fue sino hasta después de la Guerra de Vietnam, cuando la evidencia de las consecuencias mentales de la guerra fue abrumadora, que el TEPT fue aceptado como un trastorno y su tratamiento comenzó a financiarse. A pesar de que trauma es mucho más grande y se manifiesta en muchas mas formas de lo que comúnmente llamamos TEPT, no mucho más que el típico “trágico” evento está cubierto por las compañías de seguros. Trauma, que es un trastorno del sistema nervioso autónomo, puede desarrollarse después de experimentar muchas situaciones que no son objetivamente “terribles”. Muchas personas pueden experimentar un trauma a largo plazo después de experimentar eventos que son desafiantes para ellos, incluso cuando no lo son para la mayoría.


Además del TEPT, se ha observado que existen manifestaciones similares o más extremas del trastorno después de sufrir diferentes tipos de circunstancias por un período prolongado de tiempo, como negligencia, abuso emocional, racismo, etc., en el que la persona termina perdiendo la esperanza, y sintiéndose derrotada. La traumatización durante el virus es diferente de, por ejemplo, la ocurrida por los eventos del 11 de septiembre, ya que ahora no tenemos idea de cuándo y cómo terminará el peligro, y el miedo crece junto con la incertidumbre. Los síntomas de TEPT están apareciendo como después de 9/11: pesadillas, hipervigilancia, evitación, debido al miedo, pero también están apareciendo la vergüenza, la desconfianza, la paranoia, la impulsividad y otros síntomas similares que corresponden a traumas más complejos.


Si avergonzamos a alguien por su sufrimiento, exacerbamos la traumatización.


Incluso podríamos hacerlo a nosotros mismos. Uno de mis clientes ha vuelto a una vieja estrategia de cerrarse y desconectarse de sentir porque se siente culpable de su privilegio; con esto, está más cerca de desarrollar una traumatización más compleja que cuando comenzó la pandemia.


Traumatización ¿Cómo sucede?

Aunque el trauma normalmente está relacionado con un evento (guerra, violación o muertes violentas), su aspecto más fundamental es su conexión fisiológica con el miedo, el miedo a morir o perder algo tan valioso como la vida.


Trauma esta directamente vinculado a la lucha por sobrevivir y a la pérdida de la esperanza de prosperar.


El trauma no ocurre de la noche a la mañana. El trauma, especialmente el trauma de tipo complejo, es algo que se desarrolla internamente durante días, semanas, meses o años. Después de sufrir un evento devastador, algunos síntomas de TEPT aparecen en casi todas las personas que lo han experimentado o presenciado, pero solo aproximadamente la mitad mantendrá los síntomas después del primer mes, y solo entre el 20 y el 30% los experimentará después del primer año. El sistema nervioso hará su mejor esfuerzo para volver a funcionar como de costumbre, especialmente si contribuimos con el proceso, en lugar de permanecer en estado de shock o caer en la desesperanza. Si desarrollamos resiliencia, podemos evitar activamente la traumatización. Al no perder la fe de que lograremos detener el proceso, podemos detenerlo. Cuanto más cedemos ante el contagio, menos resistencia desarrollaremos contra él.

Por ejemplo, la frase “No podría vivir sin ti”, tan utilizada y ridiculizada en la literatura, es una realidad traumática para muchos. Si una persona cree que él / ella no puede vivir sin una persona o condición de la que depende, como la madre, la pareja o incluso algo así como el su estatus social, la posibilidad de perder lo que tanto valora puede ser aterradora. Este es un escenario en el que el trauma se desarrollaría a partir de ese miedo, y la pérdida de fe en su capacidad de mantener el objeto del deseo hará que el daño emocional sea permanente.


Traumatización pandémica: ¿qué podemos hacer?

Las consecuencias emocionales de esta pandemia no dependerán de si el virus se contrae o no, o de si perdemos a un ser querido, sino del terror prolongado y de si tenemos o generamos la capacidad de controlar nuestros miedos.


Durante esta pandemia, nuestra vida cotidiana tiene un grupo nuevo de miedos. Tememos sufrir una enfermedad horrible como la neumonía, morir, perder seres queridos, perder la vida y tememos no poder volver a vivir como solíamos vivir; algunas personas temen morir de hambre o quedarse sin bienes básicos, aun cuando no carecen de suministros. El miedo llama miedo y podemos terminar temiendo nuestra propia sombra. Todo ese miedo, que muchas personas llaman “ansiedad”, está activando nuestro sistema nervioso a niveles tales que muchos de nosotros podemos estar sufriendo traumatización sin saberlo y, por lo tanto, sin hacer nada para detenerlo. Tener vergüenza de sufrir miedo es muy conflictivo y aumenta la posibilidad de convertir la desregulación emocional en un trastorno permanente.


Cuanto más traumatizada haya estado la persona antes de la pandemia, más propensa estará a desarrollar traumatización adicional y a experimentar una amplificación de síntomas previos, como depresión, ansiedad, insomnio, paranoia, dependencia, fobias, obsesiones, rigidez, hipervigilancia, irritabilidad, falta de concentración, impulsividad, comportamiento auto-destructivo, desconfianza, vergüenza, etc.


Detener la traumatización es casi tanto una responsabilidad como el “distanciamiento social” que estamos haciendo para evitar contraer y propagar el virus. El apoyo emocional debería ser una parte importante del alivio de la pandemia, y varios países lo tienen entre sus prioridades y acciones. Pero no todos. Y cuando la salud mental no se considera en peligro y una prioridad a nivel nacional, existe la posibilidad de que nosotros mismos ignoraremos nuestro sufrimiento, ya sea por temor a ser juzgados como enfermos o débiles, o porque no tenemos las herramientas para entenderlo y, por lo tanto, nos quedemos sin ayuda.

Regular nuestras respuestas emocionales, aceptarlas, procesarlas y no sucumbir al pánico, es necesario y beneficioso para nosotros, para nuestros seres queridos y para la sociedad en general; incluso para las generaciones futuras. Entre los hallazgos recientes del trauma, se ha descubierto que el trauma se puede heredar y que se puede transmitir. El Dr. Gilad Hirschberger, profesor de psicología social experimental que estudia cómo las preocupaciones existenciales influyen en nuestras relaciones con el mundo, define el Trauma Colectivo como “un evento cataclísmico que destruye el tejido básico de la sociedad” y agrega que, además de la pérdida de vidas, El trauma se convierte en una crisis de identidad y sentido de la vida. “La tragedia está representada en la memoria colectiva del grupo” y pasará de generación en generación a pesar de que ninguno de ellos viva esa experiencia.



Algunos de mis clientes han mencionado que sufren de “miedo al miedo”. El bombardeo de noticias durante este doloroso aislamiento sobre los horrores del contagio junto con las noticias de la falta de suministro en los hospitales es realmente desalentador y agrava el miedo al miedo. Es comprensible querer estar informado, pero es contraproducente leer más de lo necesario si nota que causa más miedo e inseguridad de lo que podemos manejar. Incluso de forma aislada, es la falta de comprensión de la situación emocional de cada uno de nosotros — sin mencionar la falta de prioridad y el apoyo de las autoridades — lo que nos pone en peligro.


Para evitar sufrir consecuencias permanentes, podemos ser pro-activos haciendo pequeñas modificaciones en nuestra rutina diaria. Es importante que notemos cuánto tiempo y de qué manera entretenemos los pensamientos que causan ansiedad.


Aquí hay algunas modificaciones que puede intentar:

  • Darse cuenta de tus pensamientos es la mejor manera de comprenderlos y administrarlos.

  • Tomar descansos de “atención plena” durante el día te permitirá evaluar tu estado emocional y calmar tu sistema.

  • Nombrar cada una de las emociones que llamas ansiedad te ayudará a no sentirte abrumado. Sentirse abrumado emocionalmente desencadena el mecanismo de supervivencia que puede traumatizarte.

  • Tomar la decisión de parar de leer o mirar las noticias cuando te das cuenta de que te está alterando es una buena manera de calmarte y proteger tu mente. Lo mismo aplica a compartir las noticias con otros; hablar y compartir el miedo hace que tu respuesta emocional y tu sistema empeoren.

  • Notar tus actitudes y el tipo de actitud que tienes durante esta nueva situación de vida será una indicación de cómo estas manejando la pandemia. Solo con notarlo, sentirás mas confianza en ti mismo incluso si reconoces que tu comportamiento no es óptimo.

  • Aceptar que la situación te hace vulnerable y que puedes estar sufriendo fluctuaciones emocionales más de lo normal te ayudará a sentirte fuerte y en control.

  • Tratar de expresar de alguna manera, ya sea verbal o por escrito, tus miedos y estados de ánimo te ayudarán a metabolizarlos y, por lo tanto, a disiparlos. Enfrenta y escucha tus emociones; te están diciendo algo que deberías atender.

  • Si es posible, busca ayuda profesional; hará una gran diferencia en tu futuro. En este momento hay muchos terapeutas que están ajustando sus tarifas para poder atender a aquellos que necesitan apoyo de salud mental.

  • Observar cuando tus pensamientos son pesimistas y el efecto que el pesimismo tiene en ti dará espacio a otras posibilidades más positivas.

  • Leer algunos de los artículos que ofrecen soluciones para manejar la pandemia y que ofrecen herramientas es una buena manera de reemplazar la lectura de noticias alarmantes.

  • La implementación de rutinas agradables para llenar los espacios vacíos del día elimina el riesgo de usar el tiempo en actividades poco saludables.


¡Esencialmente, mantente presente!


Mantente conectado a tu cuerpo y a tu mente.

Sé consciente de tus pensamientos, sensaciones y emociones. Eso te dará espacio para controlar las reacciones de su sistema nervioso y evitará que te traumatices.


Mirando hacia el futuro.

La situación en la que vivimos es única, pero podemos aprovecharla con un enfoque tan único como las circunstancias. Es posible que nunca más tengamos la oportunidad de hacer cambios tan imperativos como lo exige esta situación.


Tenemos la oportunidad de reconocer las causas y síntomas de la traumatización psicológica antes de que nos perjudiquen a largo plazo. Tenemos la información y tenemos el tiempo para tratarla y pararla. Podemos volvernos más sanos emocionalmente si modificamos nuestros hábitos anteriores. Podemos reaccionar de manera diferente porque el alcance de este evento requiere mejores soluciones. Serviremos a la colectividad cuidando nuestra propia estabilidad mental.


También podemos brindar apoyo a los que lo necesitan en este momento, antes de que se produzca un trauma colectivo. Podemos reemplazar nuestros intentos fallidos del pasado para permanecer presentes con acciones frescas e informadas, acciones que nos brindan los recursos para superar la pandemia y también nos preparan para un futuro más brillante cuando la pandemia haya terminado. Este tiempo de aislamiento podría ser el mejor campamento de salud mental que hayamos tenido.

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